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Val del Mazo: ganadería extensiva en directo, para reconectar con lo rural
Desde los cántabros Collados del Asón, entorno privilegiado de la Red Natura 2000, Marta García se dirige casi cada día a sus seguidores en redes sociales para mostrar su trabajo como ganadera de una forma que escapa del perfil de influencer convencional. Siempre reivindicativa, ha construido un proyecto vital alrededor de su finca Val del Mazo, donde no solo cría de forma extensiva vacas y caballos sino que muestra su modo de practicarla y vivirla, con una espontaneidad que logra conectar con miles de personas del medio urbano y rural.
“Nosotros no (solo) criamos vacas. Nosotros producimos alimentos de gran calidad, conservando el medio ambiente y garantizando el bienestar animal. Esa es mi máxima”. Así presenta Marta García el enfoque de su ganadería Val del Mazo, una explotación que cuenta entre sus animales con varios ejemplares de razas autóctonas ―como sus caballos monchinos e hispano-bretones, o sus vacas casinas y tudancas―, y que se desarrolla en el singular (y difícil) entorno de los Collados del Asón, donde pacen los meses favorables y se estabulan en sus duros inviernos. “Los animales hacen una labor medioambiental importantísima”, explica Marta: quitan combustible del bosque, fertilizan el campo con sus excrementos, diseminan las semillas...
Los inicios no fueron fáciles: “No tenía un padre que me diera tierras ni unos abuelos que me dieran vacas ―comenta―. Lo tuvimos que hacer todo de cero, y todo lo que es Val del Mazo y la estructura ha salido gracias al trabajo y al esfuerzo de Rubén, mío y de mi hija”. Una estructura que incluye desde hace tres años la venta de carne, que ha conseguido comercializar con la colaboración de la cooperativa Agrocantabria, priorizando la calidad a la cantidad. Su participación en el Programa Cultiva, como explotación donde hacer estancias formativas, muestra las cualidades que han logrado para su finca.
Pero su trabajo como ganadera comenzó a ir más allá cuando, hace cinco años, se animó a subir a las redes sociales su día a día en Val del Mazo. Hoy ha creado una comunidad que supera los 190.000 seguidores en Facebook, 70.000 en YouTube, 20.000 en Instagram y 10.000 en TikTok. “El contenido gusta ―explica Marta― porque yo creo que me ven humilde, me ven sencilla, me ven real”. Además de vídeos cortos, realiza directos para enseñar “cosas que son de verdad: cómo tratamos a los animales, cómo hacemos los partos, cómo a veces nos encontramos con muchísimas dificultades. El día que estamos contentos, lo mostramos. El día que tenemos que llorar, también lo mostramos”. Esta labor divulgativa, unida a su espontaneidad, la ha llevado a ganar este año el premio AgroInfluye en la categoría “Vida en la granja”, en su primera edición.
Más allá del reconocimiento, Marta expresa desde su perspectiva con una larga trayectoria en el sector sus reticencias sobre la figura del creador de contenido rural: “Un agroinfluencer es el que se levanta, el que trabaja la tierra, el que se ha incorporado y el que hace las cosas como hay que hacerlas, no el que cuenta lo que hay en el campo solo porque vive en un pueblo. Detrás de los agroinfluencers, a mí me da la sensación de que hay una parte real y otra parte que no es real”. La ganadera confiesa la necesidad de contar lo que hace para que el conjunto de la sociedad reconecte con el medio rural, una desconexión que ejemplifica con las terceras generaciones de aquellas familias que migraron a las ciudades: “¿Qué pasó con esos hijos de los hijos que iban a ver a sus abuelos?: que en el momento en el que faltan los abuelos, ya no hay un motivo para ir al pueblo”. […]
Texto: Daniel Parra / Fotografía: Val del Mazo