Aunque hoy representan una parte muy pequeña del relevo generacional, la aparición y consolidación de las personas nuevas entrantes es fundamental para el futuro de la agricultura en muchos territorios y sectores productivos. Apoyar este perfil, que enfrenta retos específicos en su proceso de instalación, es por tanto una apuesta estratégica clave para aquellos lugares que apuesten seriamente por un futuro agrario y un territorio vivo. Las dinámicas demográficas del sector obligan a comenzar ahora. No hay margen para demorarlo más.
No faltan retos para la agricultura. Se acumulan cada día que pasa. Sin embargo, no todos reciben la misma atención. Uno que ha estado ahí en las últimas décadas, pero siempre relegado por otras cosas aparentemente más urgentes, es el del relevo generacional. El campo se ha estado jubilando, lentamente, y ahora nos parece que lo hace muy rápido. Hace unos años era bueno “para el ajuste estructural”, nos decían ―nos decíamos―.
La agricultura ha sido el sector familiar por excelencia. Y, aunque también esa característica está cambiando cada año que pasa, todavía hoy sigue siendo uno de sus signos característicos. La continuidad intergeneracional se ha dado fundamentalmente por sucesión familiar. Las políticas de apoyo al relevo generacional se han diseñado y ejecutado desde esa perspectiva. En buena medida todavía lo hacen. Por ello seguimos pensando que la clave es convencer, primero, y ayudar, después, a las nuevas cohortes del campo para que, cuando llegue el momento, cojan las riendas de las granjas, huertos y campos de sus progenitores.
Les pedimos que continúen con la saga familiar, algo que no hacemos con ninguna otra profesión, y mucho menos convirtiéndolo en el marco de diseño de toda una política. ¿Está esa visión realmente actualizada al contexto socioeconómico del siglo XXI? Posiblemente, no. ¿Le pide la sociedad a la hija de una carpintera que continúe con el martillo? ¿Y al hijo de un maestro que le releve en el aula?... Y aun pidiéndoselo, ¿es factible generar esa dinámica de forma mayoritaria? Desde luego, es fundamental asegurar las mayores tasas de relevo familiar posibles, estudiando mejor los factores que favorecen la continuidad y el traspaso intergeneracional de las explotaciones agrarias, pero los números son tozudos y hemos de mirar más allá.
Favorecer el relevo, ya sea familiar o no
La actualidad demográfica de las explotaciones agrarias está lejos de garantizar el futuro del sector únicamente a través de la sucesión familiar: simplemente, son muy pocos los hijos e hijas (herederos) que continúan la actividad de sus padres y madres vinculados a la vida agrícola o ganadera. En ocasiones no hay descendencia, o bien esta escoge otro camino. Si el relevo familiar clásico sólo puede dar continuidad a una parte, tal vez pequeña, de las explotaciones agrarias; y casi el 70 % de las personas jefas de explotación ya eran mayores de 55 años en el Censo Agrario 2020 del INE. ¿Cuál puede ser la evolución en un par de décadas? No es difícil imaginarlo y los escenarios son preocupantes en muchas comarcas. Muchas más de las que ya lo están experimentando. [...]
Texto y fotografía: Quico Ónega, investigador del Laboratorio del Territorio de la USC e integrante del GO TERRACTIVA