Que se produzca el relevo generacional en la agricultura y ganadería es una prioridad. El sector primario necesita sangre nueva que mantenga explotaciones productivas y rentables en un nuevo marco de responsabilidad ambiental y apoyado en las nuevas tecnologías. El diagnóstico es común en toda la Unión Europea y las soluciones pueden serlo también. Peter Meedendorp, presidente del Consejo Europeo de Jóvenes Agricultores (CEJA), nos acerca a una realidad europea tan común como el propio mercado de la UE.
¿Cuáles son los objetivos de su organización?
El Consejo Europeo de Jóvenes Agricultores (CEJA) es una organización sin ánimo de lucro cuya misión es llevar la voz de la próxima generación de agricultores europeos a los responsables de la toma de decisiones de la UE, a las partes interesadas y a la sociedad en general. Nuestra misión principal ha sido siempre promover mejores condiciones de vida y de trabajo para los jóvenes que desean convertirse en agricultores, o que ya lo son. Representamos a 33 organizaciones nacionales de jóvenes agricultores de toda la Unión Europea y de dos países no pertenecientes a ella (Reino Unido y Serbia).
¿Existen problemas comunes a los jóvenes agricultores de toda la Unión Europea?
Uno de los principales retos del sector agrario es la dificultad de atraer a las nuevas generaciones para que tomen el relevo. Por eso insistimos tanto en la necesidad de hacer de la renovación generacional una prioridad política fundamental. Con solo un 6,5 % de agricultores menores de 35 años, la agricultura de la UE está envejeciendo, lo que tiene muchas consecuencias para el dinamismo de los territorios rurales, la aplicación de los objetivos de sostenibilidad y la capacidad de producir alimentos manteniendo la identidad de nuestras regiones y paisajes.
¿Cuáles son estos problemas?
Hemos identificado retos comunes que van desde el acceso a la tierra, la inversión y el conocimiento, hasta la dificultad de garantizar unos ingresos justos y estables, el mantenimiento de zonas rurales atractivas y el cambio climático. Para muchos de estos retos, se pueden debatir perfectamente soluciones de forma colectiva, al menos para intercambiar buenas prácticas sobre lo que funciona y lo que no. Si tomamos el ejemplo de la tierra, que muchos ven como una competencia nacional, hay rasgos comunes que se pueden encontrar de un Estado miembro a otro: la falta de transparencia en la adquisición y propiedad de la tierra; la repercusión de ciertas subvenciones en los precios de la tierra; y los obstáculos a la movilidad de la tierra, debidos en parte a la falta de pensiones dignas.
¿Existen soluciones comunes para todos ellos?
En primer lugar, crear más transparencia sobre quién es el propietario de la tierra y los precios de adquisición y arrendamiento; por eso abogamos por la creación de un Observatorio de la Tierra de la UE. En segundo lugar, garantizar que las buenas prácticas en materia de movilidad de la tierra se compartan y reproduzcan en toda Europa; por ejemplo, en Irlanda contamos con sistemas de gran éxito y merece la pena mostrarlos. En tercer lugar, buscar formas de reducir los efectos de las subvenciones en la capitalización de la tierra.
Es necesario impulsar paquetes de apoyo financiero adaptados a los jóvenes agricultores, con tipos preferenciales, flexibilidad de reembolso e inversiones específicas en prácticas agrícolas sostenibles. Para que la tierra sea más accesible, apoyamos políticas agrarias intergeneracionales e incentivos fiscales que animen a los agricultores que se jubilan a transferir tierras a los jóvenes. Y necesitamos mejorar los recursos educativos para desarrollar las habilidades financieras y empresariales de los jóvenes agricultores, mejorando su capacidad para crear planes de negocio sólidos y acceder a préstamos. [...]
Texto: Ismael Muñoz / Fotografías: CEJA