Se llaman Celia Aragón y Zuriñe Iglesias, son dos jóvenes pastoras, y desde sus redes comparten conocimiento y pasión por su trabajo, en el que están volcando su formación y todo el aprendizaje profesional y vivencial. Su forma de contarlo, cercana y detallada, ilustra muy bien esta profesión compleja y de gran importancia agroambiental, que se desarrolla, a veces, en condiciones difíciles; y no solo relativas al trabajo en sí, sino también a la falta de reconocimiento y apoyo, a las trabas normativas y a la precariedad laboral.
“Es marzo, y estamos en plena paridera. Día y noche, voy de un lado a otro, observando, lista para actuar. La muerte y la vida se entrelazan constantemente en esta época del año. Un cordero ha muerto, pero su piel, aún tibia y suave, se convierte en un puente hacia la supervivencia de otro cordero que ha quedado huérfano. Con cuidado, retiro la piel, como si fuera un velo sagrado. Esa piel, impregnada del olor del cordero sin vida, la coloco sobre el otro recién nacido, el que ha quedado huérfano y necesita de una madre para sobrevivir. Lo visto con ella, como si le diera un disfraz de vida, un traje que hará que la madre adoptiva lo acepte. El olor de su traje lo salva. Es un acto de muerte que da vida [...]”.
Son las primeras líneas de un post de su Instagram (@pastoras_nomadas, del 14 de marzo) que ilustra con un emocionante vídeo este proceso de salvamento y adopción, en este caso ejecutado por Celia. A través sus canales en Instagram y Facebook, ambas jóvenes, Celia y Zuriñe, llevan tres años volcando sus respectivas experiencias como pastoras. Y las cuentan de un modo tan divulgativo, tan personal, y con tan buenas imágenes, que logran acercar realmente al lector a este oficio poco reconocido y peor pagado, a pesar de que “presta unos servicios ecosistémicos esenciales”, remarca Zuriñe.
Muchos de sus contenidos se desarrollan en parajes de los Alpes germanoparlantes, si bien, en zonas diferentes. Celia reside y trabaja casi todo el año en la región de Turgovia (Suiza). Y Zuriñe, que ha estado cursando en Alemania un master en agroecología, pastorea en otras regiones alpinas, solo en la temporada de verano. Fueron las ganas de “salir del escritorio” y hacer algo práctico lo que las hizo coincidir y conocerse hace cuatro años, en un proyecto sobre trashumancia y ganadería extensiva en la Montaña Palentina. Y luego fue Celia (ingeniera en Agricultura Ecológica por la Universidad de Kassel, en Hesse, Alemania), quien hizo de puente a la zona para Zuriñe (bióloga). Allí y aquí han pastoreado ―guiado, curado y cuidado― todo tipo de ovejas autóctonas, desde merinas extremeñas o latxas de Euskadi, hasta engadiner suizas y steinschafe austriacas; a veces en paisajes alpinos tan remotos que debe trasladarse la comida y todo lo necesario para cuatro meses en montaña en helicóptero. […]
Texto: Javier del Peral / Fotografía: Raquel Martin Varela