Recuperar la producción tradicional de higos en secano en Mallorca, hacerlo bajo prácticas y certificación de producción ecológica y comercializar la fruta en un radio inferior a 50 km. Este es el proyecto de Flor de Figa, una iniciativa que surgió en 2021 y que, poco a poco, empieza a cosechar sus frutos. En 2024 obtuvo su primera cosecha importante y en 2025 han comenzado a ampliar la superficie de higueras. Por ello, sus fundadores ya piensan en crear una pequeña cooperativa para integrar a los socios de la producción tradicional de higos.
“La isla de Mallorca contaba hace seis décadas con unas 70.000 hectáreas de higueras; hoy no llegarán ni a 300”, afirma Ponç Cloquell, un financiero retirado que ayuda a sus hijos Joan (ingeniero agrónomo) y Miquel Angel (ingeniero de edificación) a poner en marcha el proyecto Flor de Figa. Cloquell es hijo y nieto de agricultores. De las 60 hectáreas que llegó a tener la finca familiar, ubicada en Algaida (en el centro de la isla de Mallorca), heredó diez que ha trabajado durante años. “Entonces los higos se secaban o fermentaban, y se utilizaban (solo) como comida para los cerdos”, añade. Aunque profesionalmente se dedicó al mundo de las finanzas, siempre se ha mantenido vinculado con el campo: “Nuestro trabajo de la mañana sirve para mantener la actividad agraria de la tarde”, señala, e ilustra de modo concluyente: “Mientras mis amigos se iban por las tardes a jugar al golf, yo me venía a darle de comer a los cerdos”.
Durante muchos años su actividad agraria se centró en esa producción de cerdos autóctonos, de raza faixat, en extensivo. Y hace quince decidió reducir la cabaña ganadera y apostar por almendros, plantando tres hectáreas. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados, ya que en las fincas, que son de secano, con producciones de almendra inferiores a las que se obtienen en regadío, los rendimientos y precios no fueron buenos. Así que en 2021, él y sus hijos Joan y Miquel Angel decidieron incorporar un cultivo diferente pero tradicional en la isla: las higueras.
De este modo, a las tres hectáreas de almendro, y a las otras tres de bosque bajo mediterráneo (de garriga), decidieron sumar tres más plantadas de higueras.
“La higuera es un árbol que ha sido maltratado y desdeñado” opina Ponç Cloquell. A pesar de que buscaron variedades autóctonas, finalmente tuvieron que optar por plantones procedentes de viveros de Valencia, ya que en Mallorca no encontraron lo que buscaban. “No hay ningún cultivo que dé tanto rendimiento como las higueras, porque a los diez años, una hectárea puede producir unos 6.000 kilos de higos”, asegura Cloquell. Pero más allá de la rentabilidad económica, Flor de Figa también busca la sostenibilidad ambiental, y por ello, desde el principio, apostaron por realizar la producción en ecológico ya que, por su rusticidad y al ser en secano “no hay mucha diferencia de trabajar en agricultura convencional”, explica. […]
Texto: Plumed Lucas
