27 de Mayo de 2024
El proyecto ‘Cultivar Culturas: Ecologías del lúpulo’ ha dado lugar a esta idea que persigue crear nuevos valores del lúpulo en una provincia donde se genera el 95 % de este subproducto de toda España.
- La primacía del lúpulo en la provincia de León ha llevado a buscar la revalorización de este subproducto para generar nuevos usos y reivindicar su legado cultural y científico
- Tras dos años y medio de trabajo, el lúpulo leonés cuenta con un banco de memoria, una colección de variedades, un archivo sonoro y varias obras audiovisuales que apoyan a este subproducto
En el campo de la investigación y de la innovación existen muchos proyectos trabajando en la revalorización de subproductos para generar nuevas oportunidades, como son los casos del Grupo Operativo Sebastiana o los Grupos de Acción Local (GAL) de Mallorca y Menorca con la lana, o de ESjara y las jaras. En este sentido, el lúpulo también estaba esperando su ocasión.
Este subproducto es ampliamente utilizado en España de forma principal en la cerveza, y su producción se concentra en una sola provincia: León. En este lugar se genera el 95 % de todo el lúpulo del país, con cerca de 550 hectáreas de superficie de cultivo.
Dada la oportunidad que este mercado ofrece para la zona, el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) ha comenzado a investigar la revalorización de los recursos y también los residuos que se desgajan de él.
El proyecto
Esta idea no nace de cero, ya que ha surgido de un proyecto denominado ‘Cultivar Culturas: Ecologías del lúpulo’, que aúna ciencia y arte para crear una memoria de la planta gracias a la experimentación biomaterial y la participación ciudadana.
El Itacyl, que lidera el proyecto, ha llevado a cabo sus acciones con tres objetivos específicos en mente:
- Experimentación biomaterial, es decir, ensayos sobre productos diseñados para interactuar con otros sistemas de carácter biológico. Estos son naturales y de producción sostenible.
- Fomento del intercambio de saberes.
- Promoción de prácticas sostenibles para desarrollar una bioeconomía circular.
Así, tras dos años y medio de recorrido, el proyecto ha conseguido los siguientes resultados:
- Creación de un Banco de Memoria: con material vegetal que sirva para realizar análisis genéticos en el futuro. Se conforma de 109 pliegos de herbario de variedades de todo tipo.
- Fundación de una “colección viva”: se trata de una agrupación de lúpulo en la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal de León en la que existen variedades con interés histórico y otras cultivadas hoy en día.
- Institución de un archivo sonoro: se conforma de entrevistas con profesionales tradicionales y actuales del lúpulo, así como de individuos relacionados con él en mayor o menor medida. Por último, incluye sonidos de los paisajes lupureros, “filandones” (antiguas reuniones nocturnas donde se contaban cuentos mientras se realizaban trabajos manuales) y otros talleres públicos.
- Realización de material audiovisual: se ha producido un documental (‘No sólo flores’, 2023) y cuatro fragmentos sobre el ciclo de cultivo del subproducto; una publicación sonora en vinilo y un muestrario de biomateriales.
- Colaboración con profesionales multidisciplinares: se ha trabajado con artistas, artesanos, maestros cesteros e investigadores, dando lugar a nuevos usos del lúpulo en cestas o materiales de bioconstrucción, y otros proyectos artísticos. Ello ha dado lugar a talleres creativos y a la creación de máscaras, prendas y otros elementos a base de lúpulo.
A mayo de 2024, el proyecto trabaja en una publicación científica de carácter multidisciplinar para aunar los resultados de la colaboración científico-artística y así “la memoria biocultural en el medio rural y su relación con un futuro agroecológico”, tal y como asegura el propio instituto.
De cara al futuro, el Itacyl pretende ofrecer apoyo técnico en más procesos de revalorización del lúpulo de distintas formas:
- Profundizando en la creación de textiles y materiales biológicos con aplicaciones variadas: construcción “bio”, recubrimientos de superficies, artesanía o cosmética, entre otros.
- Integrando residuos de otros cultivos de León, como el maíz (del que poseen el 25 % de la cosecha nacional).
- Creando un archivo biocultural, ya que en todo el proceso del proyecto se han obtenido una gran variedad de entrevistas, vídeos, objetos, tejidos, tintes, ADN y materiales variados que pueden servir para formar una memoria cultural y científica muy valiosa en el futuro.
El proyecto está conformado por el Itacyl, que ha liderado la invetsigación y desarrollo del proyecto a través de su Centro de I+D+i de Biocombustibles y Productos (CBB); la Diputación de León y el Ayuntamiento de Carrizo de la Ribera, que cofinancian el proyecto y ofrecen apoyo institucional; la Fundación Daniel y Nina Carasso, que financió el proyecto a través de la convocatoria “Componer Saberes 2021”, y un número relevante de personas colaboradoras del mundo del arte, la artesanía y la investigación (biología, antropología, estudios agrarios, botánica o genética).