La leche y la carne que comemos están directamente relacionadas con el alimento que consume el ganado. Este proyecto busca conocer la relación que existe entre los pastos de las distintas zonas de montaña de Cantabria y la calidad de esos productos que llegan a nuestra mesa. Su objetivo final es doble: por una parte, dar herramientas a los productores para la creación de un futuro sello de procedencia y de calidad para la leche y la carne del ganado de montaña; por otra, comunicar al consumidor los beneficios que tienen para su salud estos productos.
Es fácil oír a algunos de nuestros mayores quejarse de que la leche, la carne y tantos otros alimentos ya no saben como antes. No están equivocados, no es solo una queja de “abuelete batallas”. El cambio en los sistemas de producción, y las transformaciones sociales y ecológicas que conllevan, nos dan leche, huevos y carnes diferentes a los que comían nuestros padres hace decenas de años.
Una vaca criada en la montaña produce otro tipo de carne y de leche que la estabulada en una granja, aunque solo sea por ver el sol y el caminar al aire libre. El tipo de pasto que consume, o de pienso, influye directamente también en la composición de su leche y carne. Así lo demuestra un estudio del Centro de Investigación y Formación Agrarias (CIFA) de Cantabria: “un pasto de calidad de montaña, rico en leguminosas, es la causa de una leche con más ácidos grasos Omega3, más carotenos y más vitaminas A y E; esta diferencia es mucho mayor cuando se trata de productos lácteos elaborados, como yogures, natas o quesos, y es también notable en la grasa entreverada de la carne”, comenta Ana Villar, investigadora del CIFA.
Siega del pasto fresco en zonas abruptas de montaña; se realiza a mano, con el uso del “dalle”, de forma tradicional.