Jerónima Bonafé describe con naturalidad la realidad social y empresarial de la mujer en el medio rural, pero eso no significa que la acepte. Lleva años trabajando para que la mujer rural tenga las herramientas necesarias para decidir su futuro. Como representante de las cooperativas, ha sido ponente sobre igualdad de género en el Plan para la Promoción de las Mujeres del Medio Rural. Consciente de que no puede ser “un elefante en una cacharrería”, cree que hay que cambiar muchas mentalidades, empezando por las de las mujeres que aún no se creen capaces de acceder a los órganos directivos de empresas y cooperativas rurales. “Lluvia fina, que vaya calando”, repite continuamente, pero con las ideas muy claras y la decisión muy firme.
¿Qué aporta el cooperativismo al desarrollo rural?
El cooperativismo es una herramienta fundamental de desarrollo rural. En muchos pueblos de España la única empresa que se mantiene es la cooperativa. Es la única que sigue fijando de alguna manera la población porque es el principal instrumento que tiene el sector agrario para mantener su actividad.
¿De qué depende el futuro más inmediato del cooperativismo?
El movimiento cooperativo se va consolidando a través de las entidades asociativas prioritarias que ha permitido la Ley de Integración Cooperativa, que impulsó el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA). La creación de empresas supra-autonómicas, con la unión de distintas cooperativas, le ha dado más músculo a la cooperativa como empresa para tener un futuro muy prometedor y convertirse en un referente empresarial del sector en los próximos años.
¿En su juicio, en qué falló la ley para que tan solo algo más de 300 explotaciones se hayan dado de alta en toda España?
Se embarrancó en trámites burocráticos y eso es un problema. Debería ser muy ágil, que no exija tanta documentación y además darle mucha más difusión, que se conozca. Esta ley es importantísima porque si la pareja se separa, por ejemplo, la mujer se queda en la calle sin nada, como si nunca hubiese trabajado. Es fundamental para consolidar la situación económica de la mujer y favorecer su presencia en los pueblos.
Vivimos una etapa continua de despoblación y abandono de poblaciones rurales, ¿hay solución?
Es importante poner en marcha acciones de desarrollo rural, de asentamiento de poblaciones en pueblos dándoles una actividad. La gente que se queda en los pueblos tiene que poder vivir de algo. Y, además, necesitamos servicios adaptados a las necesidades, vivimos en ocasiones en entornos precarios. Curiosamente, se maneja una tecnología muy avanzada en herramientas de trabajo como tractores con GPS y ordenadores y, sin embargo, no les llega internet a su casa, o carecen de médico, o tienen que levantarse una hora antes para poder llevar a los niños al colegio a 20 kilómetros. Así es muy difícil que nadie se quede a vivir.