El gran incendio forestal sufrido en octubre de 2017 en la provincia de Pontevedra afectó a casi 9.000 hectáreas, la mitad de ellas arboladas fundamentalmente con pino y eucalipto. Los efectos desfavorables del fuego sobre estos ecosistemas forestales fueron diversos. La erosión provocada por las primeras lluvias tras el incendio implicó tal gravedad que el Consejo de Ministros declaró de emergencia, en abril de 2018, las actuaciones hidrológico forestales para paliar los daños producidos. Se realizaron actuaciones con tres enfoques: recuperación de infraestructuras; medidas para evitar plagas y favorecer la regeneración, creación de discontinuidades en la vegetación que sirvieran de cortafuegos y, finalmente, actuaciones de mejora de la cobertura del suelo. Los daños forestales fueron cuantiosos y de gran trascendencia ya que afectaron a una zona donde la vegetación tenía un importante papel de control de la erosión y mejora de la biodiversidad, además de un gran valor paisajístico. La actuación evitó que la desaparición de la vegetación generase erosión, pérdida de biodiversidad y daños a los productores primarios de la región, incluyendo además el aseguramiento del suministro de agua potable. El mantenimiento del terreno, la amortiguación de los daños y la posibilidad de facilitar la recuperación natural paulatina añadió un inmenso valor a las actuaciones que contemplaba el proyecto.