Cruz Roja Española es una organización humanitaria que pretende aliviar el sufrimiento de las personas vulnerables mediante la prevención, asistencia y rehabilitación, preservando la dignidad humana y sin ninguna discriminación. El desarrollo rural no es uno de nuestros cometidos directos, pero es un factor importante para la salud.
Al mismo tiempo, somos conscientes de que forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para mejorar las condiciones de vida en el planeta y avanzar hacia un mundo más justo. Además, formamos parte del Consejo Estatal de ONG de Acción Social, organismo presente en el Comité Ejecutivo de la Red Rural Nacional.
Fundada el 6 de julio de 1864, Cruz Roja Española forma parte del movimiento internacional de organizaciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que agrupa a 191 sociedades nacionales en todo el mundo. Su labor estuvo ligada en su origen a la tarea humanitaria de socorrer a los heridos en el campo de batalla. Pero con el paso del tiempo y la aparición de nuevas necesidades, ha ido transformando su labor. Primero fueron los hospitales y la atención sanitaria, la formación de enfermeras, la donación de sangre, el socorro en carretera y en el mar, las actividades sociales, la cooperación internacional, y un largo etcétera.
Divulgar y educar para conservar
Cruz Roja tiene su origen en la experiencia vivida por el suizo Jean Henry Dunant en 1859, cuando se vio envuelto en una de las batallas más crueles del siglo XIX, en Solferino (Italia), entre los ejércitos imperiales de Francia y Austria. Dunant se encontró ante el terrible espectáculo de miles de muertos y heridos, y se consagró a la labor de organizar los primeros socorros, con la ayuda de la población civil de Castiglione. Vivamente impresionado por la experiencia, Dunant dedicó el resto de su vida a la labor de crear una organización de socorro, voluntaria y desinteresada, que en tiempo de paz se preparase para asistir, en caso de conflicto armado, a los heridos y enfermos en el campo de batalla. Su idea se plasmó en el libro Un recuerdo de Solferino que le permitió movilizar a los Estados europeos de la época, para celebrar en el año 1863 una conferencia internacional en Suiza, que fue el origen de los Convenios de Ginebra.