El acceso a la cultura, popular o de vanguardia, es tan primordial para una sociedad robusta como lo son el trabajo, la vivienda y la salud; y los entornos rurales también lo merecen y defienden. Aselart, juego de palabras con el localismo aselar (recogerse las gallinas para dormir) y art (arte en inglés), es quizá un ejemplo perfecto: lo que en 2015 empezó como una iniciativa local de los tertulianos de La Hérmida para llevar las bellas artes a las calles y paisajes de Mazcuerras se convirtió muy pronto, gracias a su insistencia, al apoyo de asociaciones y entidades de la región y a la respuesta de sus vecinos, en una cita cultural de referencia, que crece cada año y que ni siquiera la pandemia pudo parar.
Este 2021 no iba a ser menos y han renovado su alianza con la creación artística para alojar, junto a la vecina Herrera de Ibio, nuevas obras y propuestas en varios edificios públicos y en su bello entorno natural, en la cuenca del Saja. Durante todo el verano se sucedieron actuaciones musicales y teatrales, conferencias, presentaciones de libros, exposiciones de pintura o intervenciones de land-art, como la que colgó macrofotografías de varios antepasados de la villa a las puertas de sus casas. Traemos aquí una muestra de esta reciente celebración del arte en Mazcuerras, dos palabras que Aselart ha hecho casi inseparables.
Esta edición de Aselart acogió una retrospectiva de la última década de trabajo del artista cántabro.
La intervención de este artista gerundense sobre el río Cedeja, en Herrera de Ibio, recreaba las anjanas, seres mágicos del bosque cántabro.
Esta muestra abrió el ciclo de exposiciones de pintura en la Casa Gótica.
Esta joven artista cubrió con persianas de páginas las ventanas de la biblioteca de Mazcuerras, una mirada a las lecturas que la pandemia obligó a aplazar.
Un homenaje a dos grandes artistas: la escritora Concha Espina, que habitó Mazcuerras desde niña, y la pintora surrealista Remedios Varo.
Entre las grietas de un coche abandonado se postula un reverdecer con esta intervención en una calle de Herrera de Ibio.
Esta acción con materiales de vidrio sobre muros de la Plaza de la Castañera, fue la propuesta de Yomuto, grupo formado por Xabier Muñoz y Federico Tosco.
Al cruzar esta enorme cortina, obra del colectivo Basurama (Nerea Sanz Ferrer, Lucía Díaz-Blanco Martínez y María Lucía Peña Ardila), el caminante dejaba atrás lo urbano para adentrarse en lo natural.
Las Mujeres Costureras de Mazcuerras realizaron bajo la dirección de Paula Andrés Castrillo este land-art con prendas de ropa reutilizadas.